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Iniciando la búsqueda con Apolo 11

El 16 de julio de 1969, la misión Apolo 11 marcó un hito en la historia de la humanidad: por primera vez, un ser humano llegó a la Luna. Esta fue la quinta misión tripulada del programa Apolo de Estados Unidos y una de las más arriesgadas jamás emprendidas.

El entonces presidente John F. Kennedy la definió como “la aventura más grande y peligrosa en la que jamás se ha embarcado el hombre”. Los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins sabían que sus probabilidades de éxito eran apenas del 50%. Aun así, Armstrong y Aldrin caminaron sobre la superficie lunar, cambiando para siempre nuestra visión del cosmos.

Yo tenía 16 años cuando ocurrió este evento extraordinario. Recuerdo que el espacio despertó en mí una insaciable curiosidad por explorar lo desconocido. Quise tener el valor de aquellos pioneros del cosmos.

 

Lo que dicen los científicos: una urgencia por mirar al cielo

 

Carl Sagan: el universo como inspiración

Carl Sagan (1934–1996) fue uno de los más grandes divulgadores de la ciencia y un firme defensor de la exploración espacial. Consideraba que esta no era solo una opción, sino una necesidad para la supervivencia de la humanidad. Su famosa visión de la Tierra como “una mota de polvo suspendida en un rayo de sol” nos recuerda lo frágil que es nuestro planeta.

Su frase: “En algún lugar, algo increíble está esperando ser descubierto”, refleja su profunda creencia en las maravillas aún por conocer en el universo.

 

Stephen Hawking: sobrevivir más allá de la Tierra

Stephen Hawking (1942–2018) fue aún más directo. Advirtió que, si queremos asegurar el futuro de la especie humana, debemos empezar a mirar más allá de nuestro planeta.

“No creo que sobrevivamos otros mil años sin escapar más allá de nuestro frágil planeta.”

Según Hawking, seguimos arrastrando los instintos agresivos del hombre de las cavernas, y estos podrían llevarnos a la autodestrucción. Frente a ello, propuso una evolución “auto-diseñada”: modificar genéticamente nuestra inteligencia y comportamiento para garantizar la supervivencia.

También alertó sobre el cambio climático, la superpoblación y el agotamiento de los recursos. Si no actuamos, predijo que la Tierra podría volverse inhabitable para el año 2600, convirtiéndose en una bola de fuego por efecto del calentamiento global.

 

Mirar hacia las estrellas en busca de un nuevo hogar

Esta visión del ser humano, habitante de la Tierra, mirando hacia las estrellas en busca de un nuevo hogar, me ha conmovido profundamente. Tanto, que he decidido dedicar el resto de mi vida a esta causa: despertar el interés en niños y jóvenes por la exploración espacial y la búsqueda de planetas habitables.

Ellos representan la esperanza y el potencial para lograr un cambio significativo. Deben comprender la fragilidad de nuestra existencia, la urgencia de nuestra supervivencia y los riesgos reales que enfrentamos. Pero también deben reconocer el poder de la innovación, la ciencia y la colaboración global para construir un futuro mejor.

Mientras cuidamos de nuestro planeta, debemos mirar más allá. La exploración espacial es más que una aventura científica: es una vía hacia la continuidad de nuestra especie.

 

¿Qué viene ahora? El futuro de la exploración espacial

Las próximas grandes misiones son las del programa Artemis, que busca regresar a la Luna con una tripulación internacional. Esta vez no será solo una visita: será el primer paso hacia la construcción de una base lunar sostenible.

Desde allí, el siguiente destino es Marte. Estas misiones no solo buscan descubrimientos científicos, sino sentar las bases para que, en el futuro, podamos considerar otros mundos como posibles hogares.

 

Conclusión: sembrar la semilla del futuro

Si algo me enseñó aquel momento en 1969, cuando Armstrong pisó la Luna, es que la humanidad puede lograr lo imposible. Hoy, el desafío es aún mayor, pero también lo es nuestro conocimiento, tecnología y conciencia.

Que cada niña y niño que mire al cielo con curiosidad pueda imaginarse caminando en otro planeta. Porque en ellos está la semilla de un futuro en el que, tal vez, vivamos entre las estrellas.

 

 

Wilma Ortega

Soy Wilma Ortega, empresaria y apasionada por la innovación tecnológica y los descubrimientos científicos.

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