Christina Koch: una astronauta para Orión.
La nave espacial Orión no es solo un vehículo: es una promesa. Es la cápsula que nos llevará de regreso a la Luna y más allá, uniendo generaciones de sueños con tecnología de punta. Y al centro de esa historia está Christina Koch, astronauta de la NASA, ingeniera eléctrica, soñadora empedernida… y ahora, piloto de prueba de la nave que llevará a la humanidad a una nueva era lunar.
Orión es una nave espacial diseñada para misiones más allá de la órbita baja terrestre, creada por la NASA en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA). Su estructura está compuesta por dos elementos principales: la cápsula de la tripulación, que transporta a los astronautas, y el Módulo de Servicio Europeo, que proporciona propulsión, electricidad, agua y control térmico. Es una nave robusta, segura y versátil, capaz de proteger a sus ocupantes durante misiones de larga duración en el espacio profundo. Con capacidad para cuatro astronautas, Orión está pensada para ser el caballo de batalla de las misiones Artemis: navegar entre la Tierra y la Luna, enfrentar temperaturas extremas, sobrevivir al vacío y, al final, traer a casa a su tripulación a través de un reingreso brutal a la atmósfera, viajando más rápido que cualquier otra nave tripulada en la historia.
Artemis II: la primera misión tripulada de la nave espacial Orión.
Christina Koch no le teme a los desafíos. Al contrario, los abraza. Lo ha demostrado desde que batió el récord del vuelo espacial más largo realizado por una mujer, y ahora, se embarca en otra hazaña histórica como parte de la tripulación de Artemis II, la primera misión tripulada de la nave espacial Orión. En palabras de Christina, esta tripulación es “como una banda de rock espacial”, un equipo unido por la aventura, el conocimiento y la confianza mutua.
El entrenamiento de astronautas para operar la nave espacial Orión.
Desde su cuenta de Instagram (@astro_christina), Koch ha compartido con emoción su experiencia como parte del equipo de prueba de Orión. Porque sí, esta misión no solo es un viaje a la Luna: es una gran prueba de manejo. Y como todo buen viaje, comienza entendiendo cada rincón del vehículo.
El escudo térmico de Orión: un reto a Mach 39.
Una de las partes más delicadas y asombrosas del diseño de Orión es su escudo térmico, preparado para soportar el regreso a la atmósfera terrestre a velocidades de Mach 39. En otras palabras, a una velocidad tan extrema que cada molécula de aire se convierte en fuego. Christina y su equipo lo saben, y por eso se entrenan sin descanso. No hay ensayo pequeño: han probado hasta la secuencia de apertura de la escotilla principal, como quien prueba la cerradura de su casa antes de una tormenta.
Colaboración internacional en la exploración lunar: el módulo europeo de Orión.
Pero Orión no es solo estadounidense. La mitad de esta nave ha sido diseñada y construida por socios europeos, especialmente el Módulo de Servicio, hecho en colaboración con la Agencia Espacial Europea. Christina considera que esa colaboración internacional es uno de los regalos más maravillosos de la era Artemis. Ha viajado a Alemania junto a su tripulación para conocer a los ingenieros detrás de esos sistemas vitales. Han aprendido sobre reguladores, sistemas de emergencia y protocolos que deben dominar de memoria. Porque, como ella misma dice, “somos los conductores de prueba de Orión para todos los que vengan después”.
Simulación de sonidos y ambientes en el interior de Orión.
Y hablando de pruebas, hasta los ruidos han sido parte del entrenamiento. Han utilizado una maqueta con equipos de audio de alta fidelidad para simular los sonidos del lanzamiento, de los motores encendidos, del equipo de ejercicio, e incluso del zumbido blanco del sistema de ventilación. Con esos sonidos, prueban también las protecciones auditivas y su resistencia psicológica. Porque cada detalle importa.
Entrenamiento para aterrizaje lunar con el equipo HAATS.
Aunque Artemis II no aterrizará en la Luna, Christina se ha entrenado con el equipo de alta altitud del ejército estadounidense para descensos extremos, como los que se harían sobre terreno lunar o montañas difíciles. Alta tasa de descenso, terreno complejo, potencia limitada. Porque la Luna no perdona errores. Para ella, estos entrenamientos no solo son desafiantes y divertidos, sino esenciales para llevar más conocimiento a los diseñadores de futuras misiones.
Amarizaje en la Tierra: preparación de la tripulación para regresar desde Orión.
Y cuando el viaje llegue a su fin, Orión caerá al mar. Christina y su equipo ya entrenan cómo abandonar la cápsula en el océano Pacífico, frente a San Diego. Han practicado cómo comunicarse incluso sin micrófonos, a través de cascos sellados. Porque si algo ha aprendido Christina, es que, en el espacio, la comunicación lo es todo. “Amamos a nuestro equipo”, dice, y se le nota en cada palabra.
El legado de Artemis II: tecnología, cooperación e inspiración para la humanidad.
Esta no es solo una historia sobre tecnología espacial. Es una historia sobre humanidad, sobre lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos, cuando soñamos en grande y no tememos lanzarnos al vacío. Christina Koch no viaja sola. Lleva con ella nuestras preguntas, nuestras ganas de explorar, y la certeza de que vamos a la Luna para traer de vuelta conocimiento, tecnología, industria… e inspiración para toda la humanidad.

Los integrantes de la tripulación de Artemis II aparecen aquí de pie frente a su módulo de la tripulación de la nave espacial Orion el día 8 de agosto de 2023, dentro del Edificio de Operaciones y Comprobación Neil Armstrong en el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida. De izquierda a derecha: Jeremy Hansen, especialista de misión; Victor Glover, piloto; Reid Wiseman, comandante, y Christina Hammock Koch, especialista de misión.
Créditos: NASA